jueves, 25 de septiembre de 2008

Indril, la voz de las estrellas

Han sido momentos dulces, recordó Indril mientras contemplaba las brillantes estrellas del cielo nocturno, una noche limpia, fresca, sin luna, una hermosa noche como a ella le gustaba, cuando las estrellas tintineaban como si cantaran a la oscuridad, un canto de luz a la eternidad que nunca llegaba a repetirse, siempre nuevo, vibrante y hermoso.
Ella escuchaba aquel canto estelar, podía sentirlo en su ser y su propia luz interior armonizaba con el fragor cambiante de las estrellas.A veces, cuando su corazón se sentía regocijado con aquellas luces Indril cantaba siguiendo el compás de las estrellas y su voz musical y mágica hacia que los demás se sintieran libres de penas y reconfortados, en paz consigo mismo.
La Voz de las Estrellas la había llamado Celeborn cuando aún era muy joven y no se había aventurado fuera de Lothlórien, su hogar, el Bosque de Oro donde siempre volvería para hallarse envuelta en su magia. De allí partieron su hermano, ella y el hombre llamado Estel, un dúnadan del Norte, un montaraz que recorría en solitario los caminos del mundo; extraño, silencioso y, sin embargo, sabio y noble.
Indril había adivinado algo en el que lo hacía diferente a otros montaraces.Ella había conocido en algunos de sus viajes Hombres del Norte, resto de los dúnedain que luchaban contra criaturas malignas.Su reino estaba en total decadencia y aunque orgullosos, aquellos descendientes de los númeroreanos de antaño, no tenían reyes que los gobernasen y se encontraban dispersos, casi olvidada la antigua gloria, pero Estel, en sus maneras, en su voz le recordó a los reyes de Arnor antes del fin.
El viaje sería largo, se dirigían al Norte, llevaban un mensaje a Imladris, la Casa de Elrond, lugar que llenaba de gozo a Indril y en el cual tenía buenos amigos, recordaba siempre a Arwen, con quién la unía estrechos lazos de amistad.
Estel parecía ansioso por llegar al hermoso valle, hablaba a menudo y con cariño de su hogar, se mostraba muy respetuoso sobre Elrond y después caía en un silencio melancólico, Indril casi podía oír la voz del corazón del montaraz, amaba a alguien y lo guardaba como un secreto imposible de revelar.
La elfa de rostro joven y hermoso contemplaba al hombre, este descansaba junto al fuego, los ojos cerrados, su rostro relajado y la respiración tranquila y acompasada, su mano izquierda reposaba sobre su pecho mostrando un anillo antiguo.
“Era hermoso, era un rey”, pensó Indril, se acercó a el con sigilo, sin hacer ningún ruido, un movimiento leve y silencioso, estaba tan cerca, se sentía tan frágil, extraña; sabía que en muchos aspectos ella, por ser hija de los Eldar era superior a los Hombres, pero a la vez reconocida que los Hombres llegaría a estar por encima de los Elfos.Le atraía de Estel su juventud y vitalidad, la determinación de vivir al máximo el poco tiempo de que disponía su mortal vida.
-Estel –susurró de manera tan suave que parecía el sonido de la brisa, sin embargo, el hombre hizo un leve movimiento y frunció el ceño, Indril siguió mirándolo de cerca, no podía apartar los ojos de aquel rostro.
-Estel – volvió a susurrar y le besó en los labios.
Despuntaba el alba cuando Estel despertó, las estrellas vespertinas aún brillaban, y a lo lejos en el Este una claridad rojiza anunciaba el nuevo día. La elfa le miró y le sonrió.
-El amanecer nos depara un hermoso día, ¿has dormido bien?
Soñé que el viento me llamaba y sentí que me besaba, fue…, hermoso.
-¿De dónde soplaba el viento que llevaba tu nombre? – quiso saber Indril mientras le ofrecía una de las galletas que preparaban sus parientes de Lórien y eran tan buenas para viajar.
-Del Norte – dijo el dúnadan y su mirada se dirigió hacia el horizonte aún neblinoso.
Indril desilusionada quedó en silencio, aquella no era la respuesta que habría querido escuchar.

4 comentarios:

Cinéfilo7 dijo...

buen relato, sigue así.
saludos!!!!!!!

Cinéfilo7 dijo...

ah, te he dejado un meme en "Tublogdeocio", pasa a recogerlo si quieres.

Maeglin dijo...

Dese por doblemente premiada y laureada que esta Casa rohir lo merece y entre mis 7 insustituibles no podían faltar sus relatos y dibujos. En el Patio de los senescales le espera un Premio.

Anónimo dijo...

Je, je, je, pues parece ser que vas a ser premiada por partida triple. Como se nota dónde hay calidad. No podía dejar de premiar tus historias y dibujos. ¡Enhorabuena!

Por cierto, esta última me ha gustado mucho. ¿Hay más entregas de Indril o es una historia autoconclusiva?

Saludos