martes, 14 de octubre de 2008

Indril, la Voz de las Estrellas, II

Estel era muy observador y perspicaz, seguía las señales como si le hablara el camino. Hicieron un alto en un llano pegado a una escabrosa pared de la montaña, todas las huellas, y ahora eran evidente que se trataban de cinco orcos y un prisionero que arrastraba los pies, se dirigían hacia el interior de una estrecha grieta en la roca, estaba semioculta por las sombras y los zarzales, pero era evidente que habían entrado a su guarida por aquel lugar…

Todo estaba en silencio, no se oían los pájaros ni los insectos revolotear. El viento dejó de soplar y mover las hojas y las ramas de los árboles, una quietud pastosa lo impregnó todo.
Indril sintió que le faltaban las fuerzas, las piernas le flaqueaban, la fatiga y la debilidad se apoderaron de ella, se sentía extraña, enferma, le resultaba difícil respirar, “¿qué me pasa?”, pensó mientras notaba que perdía la conciencia. Estel se acercó a ella tomándola entre sus brazos, justo en el momento en que se desmayaba. La elfa, antes de caer en la irremediable inconsciencia notó como si un sonido lejano se apoderase de ella, oyó una lejana e indescifrable musiquilla que parecía provenir de una flauta, le arrebataba el dominio de su ser y un indomable sueño hacia que perdiera sus fuerzas; sus ojos se cerraban pesados y su mente se perdió en una mágica oscuridad.Era una música encantada, provenía de algún instrumento hechizado y estaba fabricado para derrotar con el sueño a los elfos.
Indril se dio cuenta de esto demasiado tarde, al montaraz dúnadan no parecía afectarle, notó como sus fuertes brazos sujetaban su flácido cuerpo hechizado y ya no recordó o sintió nada más.Estel miró perplejo a la desfallecida elfa, de pronto sintió que una debilidad se apoderaba de él, pero se repuso enseguida. Estaban utilizando algún tipo de magia; dejó con suavidad el hermoso cuerpo de Indril en el suelo y se inclinó sobre ella como si tratar de despertarla, con disimulo y destreza sacó dos cuchillos del cinturón y con un movimiento rápido y certero, acertó en la garganta a una de aquellas infestas criaturas que se atrevía a mira hacia el exterior.
“Pronto aparecerán más. Indril tiene que despertar”, pensó Estel, volvió a inclinarse sobre ella y posó una mano en la frente de la elfa, mientras le tomaba con suavidad, pero con firmeza una mano blanca y delicada.Era muy hermosa, dormida parecía tan irreal y mágica, con su cabellera negra como la noche, su rostro pálido y sus delicados paro sensuales labios.Estel invocó su magia interior, buscó con su mente en la inconsciencia de la elfa, la llamó por su nombre:-Indril, Indril ven a mí, vuelve con mi voz, despierta junto a mí.Indril abrió los ojos y el azul de sus iris brilló con al intensidad mágica que sólo los elfos poseen.-Oí tu voz y he venido a ti –dijo ella con suavidad, como adormilada aún-. Pero ¿cómo pudiste llamarme?, ¿quién eres, un curador?No hubo tiempo para respuestas, un ruido de pesadas armaduras provenía del interior de la grieta.
Los orcos habían envidado un grupo. Eran pocos y ellos dos muy buenos, rápidos y silenciosos. Indril hizo cantar su arco y sus flechas cortaron el aire impulsadas por la magia con que habían sido creadas. Estel lanzó un par cuchillos que acertaron en el blanco, los orcos cayeron muertos antes de saber quién o qué les atacaban. La elfa y el hombre entraron en la oscuridad maléfica de la cuerva, un estrecho pasillo rocoso, de paredes cortantes y húmedas, cubiertas de un musgo fosforescente allá donde goteaba el agua.
Aquella extraña luz que emanaba del esponjoso musgo era suficiente para que Indril avanzara decidida a rescatar a su hermano. Estel le seguía con paso presto, la elfa avanzaba sigilosa y rápida; el pasillo lúgubre descendía casi en espiral y un desagradable olor ascendía de algún lugar profundo y terrible. En varias ocasiones se encontraron con alguna clase de insecto, alargado y viscoso que al notar su presencia se lanzaban a una furtiva carrera escondiéndose en grietas y recovecos. A Indril le desagradó aquellos infestos seres, pues notó en ellos que se alimentaban de la carne muerta.
De pronto, Estel se detuvo y la llamó, señaló una puerta en la roca, era de una madera oscura, cubierta de clavos negros, pero no estaba cerrada, el montaraz la empujó con suavidad, Indril tenía su arco listo para disparar. La pesada puerta se movió hacia dentro y una suave y cálida luz llegó hasta ellos, había varias antorchas dispuestas en la pared, ésta era lisa, tallada toscamente, pero pertenecía a un lugar habitable. Se trataba de una habitación, semicircular, parecía estar vacía, pero cuando entraron, el lugar no esta desierto….

2 comentarios:

Anónimo dijo...

bueno, lo primero te agracezco la visita por mi blog. Lo segundo he decidido responderte en este después de ojear todos tus otros blog porque soy un auténtico frikazo de Tolkien! tengo hasta los libros de su hijo sobre la obra del padre.
que se le va a hacer verdad? es lo que hace tener buen gusto! jajajaja

me pasaré más veces porque me ha gustado.

un saludo

Maeglin dijo...

VAYA FINAL!! To be continued...Muy Alfred Hitchcok.
Me encanta Indril, los Eldar pueblo de las estrellas y el nombre de Estel tras el que se camufla me parece muy hermoso pero !!qúe le voy hacer serán cosas de Senescal!! Aragorn no me motiva como un buen Derufod,un gran BOROMOIR o un muy digno Deorwine Rohir.
Recuer2 Eolywyn