En el amplio salón se encontraba un grupo reducido de personas, la mayoría elfos, algunos dúnedain que había ido para encontrarse con Estel y dos enanos bastantes viejos que dormitaban cerca de la chimenea, nadie sabía que hacían allí esos dos enanos, pero Elrond siempre daba cobijo a todo viajero, que sin intenciones perversas, quisiera descansar en su casa.
Indrel tocaba con virtuosismo su arpa plateada, la música era suave y atemporal, Indril cantaba historias lejanas en el tiempo, pero su hermosa voz la hacia parecer recientes y todos sintieron como sus corazones se apaciguaban, una clama los inundaban y hacía que los pesares quedaran olvidados por unos momentos. Cuando ambos hermanos terminaron su recital, todos parecían complacidos, entonces Elrond les mandó llamar.
Se encontraron en la gran biblioteca, una espaciosa sala repleta de volúmenes de todas las formas y tamaños y documentos que contenían retazos de la historia de Tierra Media. Elrond los esperaba de pie, les sirvió una copa de un suave y aromático licor y ambos esperaron, en respetuoso silencio, que Elrond comenzara a hablar:
-He estado meditando sobre la historia de vuestra aventura y me preocupa que un instrumento mágico, como el que os cautivó, se encuentre en poder de los orcos de las montañas.
Indril observaba a Elrond, tranquilo, seguro de si mismo, desprendía una paz y serenidad que sólo había observado en Galadriel y Celeborn, tanto habían vivido que eran capaces de permanecer solemnes ante situaciones difíciles y de ver el corazón y en la mente de los demás, se preguntó sin alguna vez ella llegaría a alcanzar tal grado de sabiduría y equilibrio, si llegaría a ser como ellos.
Entre ambos hermanos existía una unión especial, se comprendían sin intercambiar palabras, sólo necesitaban una simple mirada. Pero aquellos elfos que provenían de los Días Antiguos desprendían una majestuosidad que, a veces, hacía que se sintiera pequeña, demasiado joven e inexperta.
-Os encomiendo una misión que se que cumpliréis con éxito, sois valientes y precavidos, conocéis bastante bien esa parte de las montañas y puesto que ya habéis sufrido la consecuencias del encantamiento, sabréis reconocer a tiempo los primeros síntomas y poneros a salvo de su influencia.
Elrond se dirigió hacia una mesa repleta de objetos, de un pequeño cofre labrado en oro sacó dos gemas y dirigiéndose a los hermanos entregó a cada uno una pequeña piedra de un verde jaspeado, engarzada en una ligera cadena de oro. Eran dos piezas mágicas confeccionadas para proteger a sus portadores de embrujos y encantamientos.
-Llevad siempre estas gemas con vosotros, Gandalf las preparó para que os sirvieran como anuladores de magia.
Indril tomó la suya, la piedra era pequeña de tacto suave y cálido, se sintió agradecida por recibir aquel regalo y, por supuesto, afortunada de que el Señor Elrond confiara en ellos para un cometido como ese.
Elrond les siguió hablando sobre el instrumento mágico y de cómo debían llevar a cabo la misión:
-Quien posee la flauta conoce la melodía del encantamiento, nadie que no haya aprendido esa melodía podrá sacar nota alguna de la flauta, así al menos, actuaban los instrumentos hechizados… Gandalf está de acuerdo conmigo –dijo un tanto pensativo.
Indrel se acercó a él, desde lo sucedido en la montaña, Indril había observado que su hermano parecía más triste y desanimado, se había sentido turbado por aquella debilidad que le había hecho caer prisionero de los orcos, ¿y si Indril y Estel no hubiera llegado a tiempo…?
-Señor Elrond –dijo con respeto -¿Mithrandir vendrá con nosotros?, sería de gran ayuda.
-No, partió hacia el Bosque Negro, pero Estel se ha ofrecido para acompañaros.
Al oír esto Indril asintió una alegría en el corazón, el montaraz volvería a estar con ellos en esa nueva aventura. Le gustaba aquel hombre, se sentía atraída por él y cuando este la miraba su corazón se agitaba y cierto rubor asomaba a sus mejillas, ¿sería posible que se estuviera enamorando?, eso no debía ocurrir, no podía dejarse atrapar en la vida de un dúnadan.
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1 comentario:
Preciosas las descripciones de las estancias de los Eldar. ¿Qué les dará Thorongil a las mujeres de los primogénitos de Erú? Qué exito con las Elfas.XD
PD: En Inklinks me he tomado la libertad de hacer una cosilla inspirada por las aventuras de Derufod. Si no te gusta o no te parece bien la eliminó ipsofacto.
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