lunes, 10 de noviembre de 2008

Indril la voz de las estrellas, VI y final

Descendían con rapidez y sigilo, los hermanos llevaban cubierta la cabeza con la caperuza de su capa élfica, por lo que se confundían en la oquedad mohosa, mientras que Estel era una oscura sombra tras los pasos de ella.
De vez en cuando volvía a es escuchar aquellas desagradables voces, que parecían corromper el propio aire, sonaban distantes y proveían de otros pasadizos que se comunicaban; antorchas lejanas reflejaban su luz en la chorreante pared rocosa, corrientes de aire que transportaban fétidos olores, nichos oscuros y siniestros, toscamente tallados en las paredes, contenían restos putrefactos.
Cambiaron en varias ocasiones de túneles, siguiendo las corazonadas de Indrel, hasta llegar a un pasillo que les resultó familiar.
Agudizando el oído pudieron escuchar algo que les llamó la atención a los dos hermanos:-¿Puedes oírlo? –se volvió Indrel hacia su hermana.
Ella asintió observando la penumbra del túnel.
-¿Qué ocurre, sólo oigo el rumor de un torrente de agua ?–dijo el montaraz mirando a Indrel.
-Es algo que está más allá del torrente, son notas musicales, pero parece…como si no entonara bien la melodía –terminó diciendo Indril –Creo que debemos seguir, esa es la musiquilla de la flauta.

Avanzaron en silencio, sin contratiempos debían estar en un lugar no muy frecuentado por los orcos, pero no se veían ni se escuchaban, aunque ambos hermanos presentían que estaban cerca. Tras seguir por el estrecho y rápido torrente, cuyas aguas frías y limpias le pareció a Indril que eran lo único no corrupto del lugar, llegaron hasta una entrada abierta en la roca de la cueva, llevaba a una caverna bastante amplía, cuyo techo de cuarzo reflejaba la luz de una fogata situada en e centro, en el lado opuesto de la entrada se veía el agujero oscuro y siniestro de otras salidas y cerca de la crepitosa fogata se encontraban la vieja orco encorvada y sucia, decrépita y a la vez odiosa, junto a ella la más joven soplaba la pequeña y nacarada flauta sin arrancar ninguna melodía, de vez en cuando, una o dos notas se le escapaban seguidas, a la vieja se le iluminaban los ojos, pero enseguida la flauta se silenciaba.
-¡Idiota, estúpida, debes recordar la melodía como te la enseñé o de nada servirá que soples hasta que se te sequen los pulmones! –le gritaba malhumorada.
Y volvía a comenzar con el ejercicio.
Cuando la flauta despedía algún sonido, los hermanos elfos sentían como unos cosquilleos, una sensación extraña que desaparecía al momento, pues los talismanes entregados por Elrond, funcionaban a la perfección, protegiéndoles del mágico encantamiento.
El montaraz habló quedamente:
-Debemos actuar ahora que están solas y seguir el camino del torrente que nos indicara la salida –dijo mientras señalaba hacia la otra entrada de la caverna, el agua discurría veloz por aquel umbral.
De pronto la vieja se levantó con su vestido andrajoso, entornando los ojos llenos de ira intentó vislumbrar lo que había tras la entrada.
-¿Quién de vosotros es el más lerdo para haber venido aquí?, ¡no quiero veros a ninguno! –increpó volviendo a sentarse.
Entonces Estel dio un paso y se mostró a la luz, la vieja abrió los ojos con un odio tremendo reflejados en ellos, le había reconocido, la más joven tiró sin miramientos la flauta, lanzando un cuchillo hacia el montaraz, él por su parte se desvió, mientras una flecha plateada atravesaba la garganta de la orca, haciendo que se ahogara con su propia sangre negra y pastosa, Indril dispuso otra flecha con rapidez.
La orco vieja intentó coger la flauta; Estel le dio un golpe fuerte con el pie haciendo que cayera hacia atrás, la vieja se golpeó la cabeza con una roca puntiaguda y su cuerpo quedó flácido sus terribles ojos aún abiertos no mostraban y ningún indicio de vida.
El montaraz tomó la flauta que le pareció un instrumento muy hermoso, estaba tallado con delicadas filigranas parecía confeccionado de nácar, “demasiado hermoso para manos retorcidas y bocas sucias de pestilencia”, pensó mientras la guardaba en su zurrón.
Indrel se había alejado por la salida siguiendo el agua para explorar su dirección, enseguida volvió a reaparecer llamando a los otros dos.
Indril corrió primero hacia la oscuridad del nuevo túnel, seguida del montaraz y su hermano que había oído ruidos:
-Debemos darnos prisa, se acercan un grupo –decía mientras corría chapoteando por el torrente.
Pronto alcanzaron a oír el estrépito de una casaca y una luz difusa iluminaba el túnel cavernoso.

Indril redujo la marcha para ir asegurándose a la pared, el torrente había aumentado su cauce y se había vuelto bastante turbulento amenazándolo con arrastrarlos. Se aseguraron con las plateadas cuerdas de los Galadrim y consiguieron salir al exterior, dejando a un lado la espumosa cascada y sobre una repisa rocosa se sentaron un momento, estaban empapados y aunque los hermosos elfos soportaban bien el frío, el montaraz tiritaba con los labios amoratados.
Observaron el paisaje que les rodeaba, habían salido más al norte y a la cara oeste de las montañas, el cielo estaba despejado y mostraba las estrellas vespertinas pronto amanecería. Entonces Indril se levantó, miró al cielo que comenzaba a clarear y a las estrellas que aún brillaban con intensidad, sintió un regocijo en el corazón, una felicidad inesperada que brotaba de su ser y comenzó a cantar.
Cantó con una voz dulce y suave, y de ese sonido brotaba una calma y una paz, una serenidad que hizo que Estel e Indrel se sintieran tranquilos y reconfortados, les transmitió su paz interior y Estel cerró los ojos agradecido de estar allí.

La despedida fue triste para Indril, no retornarían al mismo sitio, Estel regresaba a Rivendel, mientras que ellos dirigirían sus pasos a Lothlórien. Le había gustado la compañía del montaraz, estar cerca de él le producía una sensación alarmante y reconfortante a la vez, intentó convencerlo:
-¿Por qué no vienes con nosotros?, a la Dama le gustará volver a verte y al Señor Celeborn le interesará estudiar ese instrumento mágico, podría esperar la llegada del verano para volver a Imladris.
-Agradezco tu ofrecimiento y me gustaría volver a ver a la hermosa Galadriel y consultar la sabiduría de Celeborn, pero me esperan en Rivendel, mi corazón está allí, mis amigos y mí familia, a demás, Elrond deseará tener cuanto antes la flauta encantada para ponerla a buen recaudo –le tomó las manos y el besó la mejilla, después fue a despedirse de Indrel.
Ella cerró los ojos, sabía que nada haría cambiar de idea al hombre, “allí estaba su corazón”, había dicho, eso era más que suficiente.
El corazón de Indril estaba en Lórien, junto a los grandes mallorn de corteza plateada y hermosas flores doradas, allí estaban sus amigos y familia.Quizás, pensaba Indril, volviesen a encontrarse algún día, aunque presentía que ese día no llegaría nunca.

Fin

3 comentarios:

Una senderista. dijo...

Ahora si, Mike G, ahora si es el capítulo deseado, gracias por hacérmelo saber, ha sido un lapsus

Maeglin dijo...

A pesar de haber derrochado valor en la aventura Indril se ha quedado sin el premio del amor de Estel aunque todo sea la bella elfa de Lorien dicho de paso lo encaja con una madurez que solo a un Eldar puede adornar. Jejeje. Espero saber más de estos hermanos elfos.

PD:Puedes llamarme Miguel que suena menos rapero XD

The Darkness Joe dijo...

Una historia muy hermosa y bien escrita pero es que ya se sabe que los orcos no son rival ara nadie y menos para Elfos descendientes de los Noldor.
Con un Numenoreano de por medio la cosa habría cambiado.

Saludos para la Casa de Rohan.