viernes, 23 de enero de 2009

Las Tres Damas, Descendiendo por el Anduin, 2.5

Una figura esbelta ascendía por la cubierta hacia donde él se encontraba, Arwen se acercó con paso suave y elegante, su melena oscura y ondulante suelta, cubriéndole la espalda y los hombros:
-Es tarde mi amado esposo, pero veo en ti unos pensamientos que enturbian tu calma, ¿qué ocurre?
-No comprendo el regreso de Boromir, no sé porqué se le ha dado esa oportunidad a él.
-Si los Poderes así lo han decidido, sólo podemos aceptarlo – dijo Arwen sentándose junto a su esposo – los Valar actúan según sus propios designios y no siempre tienen sentido para nosotros.
-No es qué no desee que esté aquí, todo lo contrario – dijo mirando a Arwen que irradiaba una luz muy especial – Boromir fue un gran capitán y tiene mucha experiencia en la lucha contra los enemigos de Gondor y me será fiel siempre, pero… - Aragorn quedó en silencio cuando su esposa le retiró algunos mechones de cabellos de su frente.
Arwen lo miraba sonriente y hermosa:
-No debes atormentarte con eso, ellos son felices y se aman y eso es lo que importa.
Aragorn le tomó las manos, blancas y delgadas, la besó en los labios:
-Tienes razón mi amada esposa, regresemos al interior, comienza a hacer bastante frío.
Y desaparecieron de la cubierta.

En el camarote de los hobbits, una vela permanecía encendida, en la mesita cercana al cabecero de la cama. Valentina escribía con letra rápida y limpia en su diario, hacía varios días que no había tenido la oportunidad de anotar los acontecimientos de aquel viaje por el Río Anduin y ahora escribía todo lo vivido a través de sus ojos.

Frodo dormía placidamente emitiendo suaves ronquidos, pero para la hobbit aún no había llegado el momento de dormir, a pesar de estar muy cansada, sentía ganas de escribir.

Anotaba sus sentimientos con respecto a los demás y el anhelo de llegar pronto a la isla, pues cada vez le resultaba más aburrido el barco, lo que al principio no fue así. Primero estuvo un par de días más mal que bien, mareada y con continuas nauseas, cuando se recuperó gracias a las athelas que le preparó Aragorn y vio lo que era la navegación por río, pensó que allí haría falta muchas cosas hobbits para que el lugar fuera agradablemente hogareño.

Para empezar, todo el mundo era grande, demasiado altos y empezaba a estar cansada de tener que mirar siempre para arriba. Aragorn y Éolywyn solían arrodillarse cuando estaban hablando con ella o Frodo, lo que le pareció muy cortes y cuando se sentaban a comer siempre estaban a la altura adecuada de la mesa.

Otra cosa que la molestaba era la vestimenta que Arwen y Éolywyn solían llevar, ellas decían que se trataban de vestidos sencillos y cómodos para estar de viaje, nada de lujos para un encuentro informal, pero todo lo que se ponían tenían bordados, eran telas de gran calidad y demasiado sofisticados y elegantes para el gusto hobbit femenino.

Arwen era, según Valentina, “el no va más”, su belleza era imposible de olvidar, su elegancia y sutileza, su saber estar y aquella magia que emanaba de ella era algo majestuoso. Frodo le contó que la esposa de Aragorn, a pesar de ser tan joven, tenía más de 3.000 años y aquello la asustó de veras, Arwen sabía muchas cosas y había vivido mucha historia.

Éolywyn era distinta, muy hermosa también, pero su belleza era más terrenal, aunque por sus venas corría sangre elfa, pero en mucha menos proporción. La dama de Rohan era una mujer demasiado aventurera para Valentina, decía que solía ir a cabalgar en solitario por las mañanas, la hobbit no podía ver nada agradable en aquello, sentada a lomos de una animal que no paraba de trotar.

Era agradable su compañía y a menudo hablaba de su país, La Marca de los Jinetes. Valentina conocía de oídos Rohan por las historias que contaba Merry, pero verdaderamente Éolywyn ponía una pasión inusual cuando hablaba de este lugar y los rohirrim. También estaba muy enamorada de Boromir y permanecían ambos mucho tiempo juntos y alejados de los demás.

Valentina comenzó a sentir que el sueño la invadía, bostezó y decidió dejar la escritura de su diario para otro día. Se acurrucó al ladito de Frodo que se agitó al sentir el cuerpo de Valentina, ella seguía pensando, “mañana llegaremos a Tolfalas, eso…, dice Aragorn…”, y así se durmió, al igual que los demás, pensando en el mañana.

continuará...

2 comentarios:

The Darkness Joe dijo...

Escribes genial y esta historia del descenso del Anduin con nombre informático 2.5 me está atrapando.

Recuerdos Senderista

Maeglin dijo...

Yo interpreto un poco la hostilidad de Valentina al resto de las Damas como el mecanismo de autodefensa de un recien llegago a un grupo que ya ha vivido muchas aventuras juntos como, con la excepción de Eolywyn, sería este. Me he gustado volver a leerte. Namarië.