domingo, 22 de febrero de 2009

Las Tres Damas, Encuentros Inesperados 4

Aragorn comentó en el desayuno que Gimli llegaría a medio día junto con una pequeña compañía de enanos, que se dirigían hacia Gondor del Sur para explorar las montañas de aquella región. Después iría con ellos en el barco hasta Minas Tirith para reunirse con el resto de los Nueve que según calculó Aragorn ya habrían llegado o estarían a punto.

Boromir comía con avidez y asintió al escuchar la noticia, el enano Gimli junto al elfo Legolas eran los únicos de la Compañía que aún no habían visto a Boromir y deseaba ver la reacción de ambos. Merry y Pippin le visitaron en la Casa del Bosque Hermoso, el hogar familiar de Éolywyn, en una ocasión que fueron a Rohan.
El encuentro fue alegre y espontáneo como todo aquello que hacían aquellos hobbits. Gandalf le vio en Minas Tirith, poco después de su presentación ante el Rey Elessar y el Senescal Faramir; el mago quedó serio y pensativo, le miró directamente a los ojos, como si a través de ellos pudiera obtener la información que deseaba y después le dio la bienvenida con una ligera sonrisa y voz profunda y segura.

Bueno, también quedaba San que nunca hizo amistad con Boromir y que seguro que lo odiaba más que a nada. A Boromir no le importaba demasiado aquel hobbit, criado de Frodo, pues sabía que si su señor le aceptaba, San no tendría más remedio que aceptarle.

Aragorn seguía hablando:
-He preparado una partida para cazar unos venados en el gran bosque del extremo Este de la isla, allí la caza es abundante, ¿nos acompañarás Boromir?
-Por supuesto, nunca rechazaría una buena cacería.
-¿Y tú, Frodo?, hay poneys muy ligeros.
-Bueno… - dijo titubeando pues no era muy aficionado a tal deporte – verás Aragorn, he visto que existe un archivo interesante y bien cuidado y he entablado amistad con el archivero, preferiría quedarme aquí, si no te importa.

Aragorn sonrió afirmando y Valentina se acercó para susurrarle algo a Frodo:
-Haces bien, los poneys de los Hombres pueden ser peligrosos para los hobbits.
Éolywyn miró a Boromir que terminaba con su desayuno y después a Aragorn, esperaba que también la invitase a la cacería, pero el tema de conversación derivó hacia otras cosas. ¿Por qué no podía ir ella también?, a Éolywyn le encantaba aquellas cosas y así podría montar a caballo, pero al parecer la caza sólo estaba asignada a los hombres, cosa que a ella no le gustó.

Más tarde, las tres damas se encontraban en los aposentos de Arwen, estaban sentadas alrededor de una mesa, las ventanas abiertas dejaban entrar una suave brisa que refrescaba de manera agradable el ambiente. Arwen les dijo que tenía un regalo para ellas y Valentina balanceaba sus grandes y peludos pies algo impaciente, deseaba enormemente saber que regalo le había preparado la propia reina, pues Arwen aclaró que ella misma había confeccionado con paciencia y amor, esos objetos.

La dama elfa se levantó y su vestido, de una tela ligera y muy suave, pareció ondularse como si una corriente mágica lo agitara; dirigió sus pasos hacia el armario y sacó de él dos pequeños cofres de madera labrada, entregó unos a cada una, para Valentina el cofre era rectangular con dibujos de hojas y flores y una bonita letra V de las tenwas; el cofre de Éolywyn era cuadrado y algo más alto, tenía unos dorados clavos como adorno y una letra E.

Valentina lo abrió impaciente, mientras la dama de Rohan prefirió esperar para ver el regalo de la nerviosa hobbit, que abrió totalmente los ojos y una sincera sonrisa se dibujo en su rostro regordete:
-¡Qué broche tan bonito! – dijo mientras sacaba un hermoso broche que había sido bordado sobre un trozo de terciopelo azul, era un intrincado ramaje en hilo de plata con pequeños brillantes, bien cosidos y que al darles la luz del día parecían brillar como estrellas.
-Siempre que lo lleves – dijo Arwen – tus vestidos lucirán de una manera muy especial.
-¡Oh!, gracias Arwen, es verdaderamente hermoso, nadie en la Comarca ha tenido algo igual, mis primas se morirán de envidia, ellas no podrán superar esto – dijo Valentina muy ilusionada con aquel regalo, lo alzó para contemplar mejor el brillo de las piedrecitas y sonrió alegre.

Éolywyn comenzó abriendo su cofre, que ya le gustaba bastante y de su interior sacó una redecilla dorada para el pelo. Se quedó casi sin aliento, la redecilla estaba hecha de hilos de oro y tenía engarzadas pequeñas gemas rojas, unos rubís que brillaban con intensidad.
Alzó con las manos la redecilla y no supo que decir, era ligera y hermosa.
-Sobre tu cabello realzará aún más su hermosura – dijo Arwen.
-me lo pondré esta misma noche, en la fiesta de bienvenida de Gimli el Enano – dijo Éolywyn que se lo había colocado sobre su cabeza y se miraba en un espejo para ver el efecto que tenía.

La dama Undomiel sonreía alegre y satisfecha, los regalos habían agradado a sus amigas, se alegraba de tenerlas allí pues a menudo pasaba mucho tiempo sola, el Rey Elessar solía estar enfrascado en los asuntos de estado o preparando campañas para combatir a los enemigos que aún quedaban.
A ella le sorprendió la idea de la reunión de los Nueve Compañeros y aún más, aquel viaje por el Anduin hasta Tolfalas, ya que eso significaba apartarse durante algún tiempo de las complejidades gubernamentales. Agradeció aquellos momentos de tranquilidad, pero sabía que la obligación de Aragorn era gobernar su reino.

continuará...

1 comentario:

Maeglin dijo...

Este capitulo es delo más veraniego y se asemeja a una jornada vacacional de todos los heroes y heroinas Tolkenianos. Incluso hubo Mathoms para las chicas de parte de Arwen.;-)